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El Problema De La Migración No Se Resuelve Ni Bloqueando Barcos, Ni Permaneciendo Indiferentes

El Problema De La Migración

El Papa recibió a los refugiados que llegaron el pasado 2 de diciembre a Roma desde Lesbos y asegura que el problema de la migración no se resuelve ni bloqueando barcos ni permaneciendo indiferentes.

En la mañana del 19 de diciembre, el Santo Padre se ha reunido con el grupo de refugiados que llegaron a Roma desde la isla griega Lesbos a través de los corredores humanitarios el pasado 2 de diciembre. Lo primero que ha hecho Francisco ha sido mostrarles un chaleco salvavidas explicándoles que se trata del segundo que recibe como regalo. El primero – ha dicho – se lo dio hace unos años un grupo de socorristas y perteneció a una niña “que se ahogó en el Mediterráneo”. Este chaleco, posteriormente Francisco lo donó a dos subsecretarios de la Sección de Migrantes y Refugiados, Departamento del Servicio Integral de Desarrollo Humano, como gesto de “compromiso ineludible de la Iglesia de salvar las vidas de los migrantes, para luego poder acogerlos, protegerlos, promoverlos e integrarlos”.

En cambio, el chaleco que el Papa ha sostenido en sus manos hoy, se trata de un chaleco que le entregó otro grupo de socorristas hace solo unos días y que pertenecía – explica – “a un migrante que murió en el mar en el pasado mes de julio”. “Nadie sabe quién era ni de dónde venía – continúa el Papa – solo se sabe que su chaleco se recuperó a la deriva en el Mediterráneo central, el 3 de julio de 2019, en las coordenadas geográficas 34 * 16.518 E • 13 * 42.289”.

Historias dolorosas pero reales que el Papa ha querido poner de ejemplo para después recordar a todos “el compromiso indispensable de salvar cada vida humana”, “un deber moral – ha puntualizado – que une a los creyentes y no creyentes”.

El sumo pontífice instalo en el acceso del Palacio Apostólico del Vaticano desde el Patio del Belvedere una cruz de cristal con un chaleco salvavidas en su interior y que perteneció a un migrante ahogado en el mar.

La instalación de la cruz en el Palacio Apostólico, que pretende recordar a los migrantes y refugiados que arriesgan su vida en el mar para llegar a Europa, se produjo después de la audiencia que el Pontífice concedió a un grupo de refugiados llegados recientemente a Italia desde Lesbos gracias a los corredores humanitarios impulsados por la Limosnería Apostólica con el Ministerio Italiano del Interior.

A continuación, explicó el significado de la cruz de cristal con el chaleco en su interior: “El chaleco ‘viste’ una cruz de resina de colores, que quiere expresar la experiencia espiritual que capté en las palabras de los socorristas. En Jesucristo la cruz es fuente de la salvación, ‘necedad para los que se pierden –dice san Pablo– más para los que se salvan, –para nosotros– es fuerza de Dios’. En la tradición cristiana la cruz es un símbolo de sufrimiento y sacrificio y, al mismo tiempo, de redención y salvación”.

“Esta cruz es transparente: representa un desafío para mirar con más atención y buscar siempre la verdad. La cruz es luminiscente: quiere alentar nuestra fe en la resurrección, el triunfo de Cristo sobre la muerte. También el emigrante desconocido, que murió con la esperanza de una nueva vida, comparte esta victoria. Los socorristas me contaron cómo están aprendiendo humanidad de las personas que logran salvar. Me revelaron cómo en cada misión redescubren la belleza de ser una gran familia humana, unida en la fraternidad universal”.


El migrante se expone a una muerte injusta

El Papa también ha explicado que se trata de muertes causadas por la injusticia: “Sí, porque es la injusticia lo que obliga a muchos migrantes a abandonar sus tierras. Es la injusticia lo que los obliga a cruzar los desiertos y sufrir abusos y torturas en los campos de detención. Es la injusticia que los rechaza y los hace morir en el mar”. También menciona que los socorristas le contaron como están aprendiendo de “la humanidad” de las personas que pueden salvar y como en cada misión “redescubren la belleza de ser una gran familia humana, unida en la fraternidad universal”.


Nuestra indiferencia es un pecado

Al final de su discurso, Francisco agradece al Señor “por todos los que han decidido no permanecer indiferentes y hacer todo lo posible para ayudar a las víctimas” y asegura que el problema no se resuelve “bloqueando sus barcos” sino “vaciando los campos de detención en Libia”. “Es necesario denunciar y enjuiciar a los traficantes que explotan y maltratan a los migrantes, sin temor a revelar connivencia y complicidad con las instituciones” pero también se deben dejar de lado “los intereses económicos” para enfocarse en la persona: “Debemos ayudar y salvar, porque todos somos responsables de la vida de nuestro prójimo, y el Señor nos pedirá cuentas en el momento del juicio” ha concluido.







Última Actualización: Diciembre 22 de 2019
Fuente: www.vaticannews.va - www.aciprensa.com/

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