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Las Generaciones Colombianas (Y Latinoamericanas) Que Todavía No Son…

Generaciones Colombianas

Generaciones amordazadas por la corrupción y la violencia

Por: José María Rodríguez González

Mientras se siga reproduciendo la cultura del “avivato” en Colombia, con sus garras de corrupción y violencia desde niños, Colombia seguirá siendo una infinita pretensión de progreso y paz.

¿Cuándo llegará la generación colombiana que entienda que la corrupción y la violencia son los asesinos del progreso y la paz?
Esa generación no se ve en el horizonte.

Los padres reprimen a la fuerza a sus hijos, imprimiendo en ellos la perenne raíz de la violencia como la indiscutible solución para lograr su ‘control’, los padres les enseñan a sus hijos a ser avivatos desde antes de que tengan uso de razón. Ganar por ganar, sin importar las reglas es la norma. La corrupción en pasta que marcará esos niños por el resto de sus vidas.

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En consecuencia, generación tras generación, los colombianos nunca han podido vivir sin apariencias. Ser mejor que el otro es logrado a través de la apariencia. No importa que la apariencia venga de los reyes colonizadores españoles, en contraste con la practicidad de los ingleses que aportaron la revolución industrial a la humanidad, que no solo fue adoptada pero desarrollada más allá de sus límites por Estados Unidos y que lo posicionó como un país avanzado y líder del mundo.

No se puede culpar a los ancestros españoles por la herencia de despilfarro, vanidad y toros. A no ser que Colombia no haya llegado a su adultez todavía.

Apegarse a raíces sin cuestionarlas es irresponsable, inmaduro y por qué no decirlo sin tapujos: estúpido.

Un país no puede inventarse a sí mismo si sigue apegado a sus tradiciones.

El ideal colombiano es ufanarse de tomar Chivas Regal, de manejar un Mercedez Benz, de usar costosas marcas, aunque no sean auténticas, de tener el televisor más grande, la casa más elegante, aunque esa elegancia sea de mentiras. de apabullar a los demás con su simulación de “progreso” , a pesar de que su realidad y la de Colombia sean de grandes contradicciones sociales y económicas que hunden a todos en un subdesarrollo sin salida.

¿De qué sirve ser el rico de un país, donde todos conocen su violencia y corrupción? Los verdaderos ricos del mundo ven a los ricos de Colombia como los tercermundistas avivatos de la corrupción y la violencia.

Nuevas generaciones colombianas educadas en Estados Unidos y Europa han sido inseparables de su educación “familiar” y cuando vuelven a Colombia tratan de ser más avivatos que sus compatriotas domésticos.

Generaciones Colombianas
Si la tradición de la violencia familiar no se destruye en favor del diálogo con los niños, la persuasión, la negociación y las opciones, y si la “avivatada” no se destruye en favor del respeto por los demás como a sí mismos, el orden, la paciencia y la convicción de que los mejores resultados son aquellos en los que ponemos el mayor esfuerzo y dedicación, algo de lo que podamos tener el orgullo de que lo logramos por nuestra propia capacidad y conocimiento y que constituya un paso adelante en el progreso de toda la comunidad colombiana y aún más allá.

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En la situación actual, no la primera, el aumento de salarios (v. gr. $210.000) significa el aumento del costo de vida, porque la avaricia de los poderosos no puede perder un centavo y cada oportunidad debe ser para multiplicar sus riquezas, entonces la violencia: el temor a perder el valor de sus propiedades por robo, vandalismo o sabotaje y hasta la vida por terrorismo continuará siendo un hecho.

Si los poderosos realizan que para mantener la paz pública sus ganancias de 200% se pueden disminuir a 170%, o similares proporciones como contribuir 30% de sus ganancias, y que esa inversión preserve la normalidad de sus negocios y la paz pública, eso sería una inversión indolora e inteligente.

El que varios trabajadores se conviertan en pequeños industriales y comerciantes es importante para el desarrollo del mercado doméstico y para los impuestos nacionales que benefician a la nación. Además, estimula una exportación variada para empresas grandes y pequeñas. Esto también abre las puertas para muchos nuevos trabajadores y empleados, disminuyendo así el desempleo.

La avaricia y la envidia son afilados enemigos del progreso. Mientras la cooperación, es un irremplazable estímulo para la expansión del mismo.

Imaginemos si además el gobierno pudiera colaborar con la reducción de la burocracia y si el Congreso pudiera auto-reducir su salario 50% para disminuir el lagarterismo congresional.

En resumen, el gobierno y los intereses extranjeros son solo el problema parcial y superficial de Colombia. El problema central siempre será la enseñanza de la niñez quienes desafortunadamente se siguen criando dentro de fanatismos y con miedo al cambio, usando la represión de los padres y la transmisión directa del avivatismo.

El reto de Colombia radica en la educación de la niñez con la verdad y la honestidad. Cuando esto se haga una realidad, solamente en ese momento, comenzará a plantearse el futuro que muchos colombianos añoran.

José María Rodríguez González
Washington







Última Actualización: Diciembre 05 de 2019
Fuente: José María Rodríguez González

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